Madagascar, otra concepción de la sociedad y el deporte (IV)

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A base de tiros libres y cogernos rebotes Seychelles consiguió ponerse dos arriba, por primera vez en todo el partido, a 8 segundos del final. Nuestro último intento por anotar de tres no tuvo éxito. Al día siguiente, sin ningún documento que lo reflejase, nos enteramos de que las protestas de final del partido, en ningún momento desmedidas, llevaron a que la organización determinase que el americano y yo fuésemos sancionados con un partido. ¡Cómo era posible sancionar a un jugador que la organización no había considerado jugador!

Mi Presidente, después de haber removido todo lo removible me dijo, por teléfono, que lo dejásemos como estaba, que jugábamos contra Maldivas y seguro que ganábamos y nos clasificaríamos para las semis y que le habían asegurado que el americano podría jugar y yo podría dirigir dicho cruce. Así fue, religiosamente, mi americano y yo nos acomodamos en la grada para disfrutar de una contundente victoria contra un equipo que tendría problemas en la liga municipal de Madrid.

Por fin, parecía que estaba todo preparado para acabar con el dolor de cabeza y comenzar a disfrutar de competición de alto nivel, nos íbamos a enfrentar a Mayotte, la revelación del torneo, que venía de dar la sorpresa quedando primera del otro grupo, tras haber ganado de 20 a Reunión, campeón los últimos 14 ó 16 años. Pues no, 8 minutos antes del partido, con todo preparado, los árbitros nos dicen que hay que esperar a que llegue el representante del Comité Olímpico de las Islas.

Después de 45 minutos aparece Brazauskas, que era a quien verdaderamente esperábamos. Tras otros 20 ó 30 minutos, nos enteramos de que nuestro rival había reclamado contra nuestro americano y el Comité Técnico estaba reunido. Lo siguiente es que el partido es retrasado a las 9 de la noche, para que la segunda semifinal femenina y la otra masculina pudiesen ser disputadas.

Como una hora después nos enteramos de que el Comité Técnico, presionado por Brazauskas, a quien FIBA Mundo le había dicho que él estaba ahí para que las normas FIBA se cumpliesen, decide que puede jugar. Mayotte dice que por qué no ha jugado contra Seychelles y va a jugar contra ellos y apela. El Comité de Apelación se reúne sin que todos los miembros estén presentes.

Curiosamente, en ese comité nos encontramos nosotros y Mayotte, los dos implicados, y nadie discute nuestros derechos a voz y a voto. Los otros dos miembros representados son Reunión y los anfitriones, por lo que perdemos por mayoría. A la pregunta de por qué no puede jugar, la respuesta fue porque no. Por supuesto, siempre sin ningún documento de por medio que explicase nada.

A continuación somos nosotros los que apelamos y ya solo queda la decisión del Comité Olímpico de las Islas, que tiene que convocar una reunión de urgencia. Nos dice al día siguiente nuestro representante que la reunión se celebró 15 minutos antes de estar programada, sin la presencia del representante de Madagascar, y se ratifica la decisión del Comité de Apelación.

Más o menos, a las 20 horas nos llega la decisión, así como que el Ministro de Deportes apoya que no nos presentemos, incluso, que está pensando retirar a todos los participantes de nuestra delegación. Todo el mundo se dirige a mí diciendo que tengo que tomar una decisión, en la línea malgache de no asumir nunca responsabilidades, por si acaso.

Evidentemente, yo tengo claro que soy solo el entrenador y que suficiente había tenido con recibir noticias desde la gran isla de que los periodistas habían cargado contra mí porque se había perdido por primera vez en la historia contra Seychelles. Por teléfono, el presidente me dice que ni él, ni el Ministro de Deportes, ni el Presidente del Comité Olímpico han de tomar la decisión, sino que corresponde a los jugadores, que son quienes han hecho el esfuerzo y para quienes supone un sueño estar representando a su país.

Y eso fue lo que hicimos, reunimos a los jugadores para comprobar que la decisión era unánime, que si Charles Ramsdell no jugaba, que era malgache, como todos los demás, el resto del equipo tampoco. Hicimos un último intento por presionar hasta el final, solicitamos a la organización cambiar el partido hasta el día siguiente, igual que se había retrasado ante la reclamación de Mayotte, pero ¡naranjas!, una vez más.

Todo había estado preparado desde el principio para que Seychelles ganase, como se demostró al final, venciendo a equipos mucho mejores que ellos con la descarada ayuda arbitral y proclamándose campeones. Para nosotros todo fue un calvario hasta el regreso. Desde aquella decisión de no presentarnos faltaban 7 días para el comienzo del Afrobasket, 4 y medio de ellos en Seychelles.

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